Cuando las centrales nucleares se perfilaban solidamente como la alternativa para disminuir el consumo de combustibles fósiles, (ya nadie quería acordarse de la pesadilla que fue Chernobyl), la crítica situación de los reactores de Fukushima, donde el nivel de radiactividad ya supera los máximos permitidos, vino a recordar el altísimo potencial de riesgo que éstas significan. Las alertas se han desatado: la comunidad europea someterá a revisión sus 114 plantas, Alemania cerró las que fueron construidas antes de 1980; China paralizó los proyectos de construcción de unas 20 plantas e inició la inspección de sus 13 centrales activas. En Chile recogen firmas para exigirle al presidente Piñeira que no ejecute la construcción la planta que tiene en proyecto. Hay pues alerta roja mundial y será muy difícil remontar la opinión negativa general contra las nucleares.
Así las cosas, se despeja el escenario para las energías renovables y hacia ellas se comienzan a dirigir las apuestas de los inversionistas, muchas naciones acelerarán el tren de las fuentes verdes, mientras que otras tendrán que abordar ese tren. Algunos países que ya tienen un trecho de camino recorrido comienzan a recoger sus frutos, es el caso de España cuya energía generada procede en un 30% de fuentes verdes, lo que le acredita una buena experiencia en el desarrollo de energías renovables, particularmente en eólica donde las empresas españolas están exportando su tecnología a Estados Unidos y a China, países que han venido aumentando su tasa de energía proveniente de fuentes limpias.
Fuente: elmundo.com
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